Llega la Navidad, quizás las dos semanas más bonitas del año... todo el mundo hace lo posible por estar juntos: la familia vuelve a casa por Navidad, las clases hacen cenas, y son comunes las típicas comidas de empresa... Se iluminan las calles, la música suena por doquier y todos pensamos un poquito más en los demás, por aquello del regalo...
Pero hay veces, que digo, que bonita la Navidad, y en la mayoría pienso, que triste la Navidad...
A mí me gusta mucho, tengo una familia con quien compartirla, tendré la mesa llena el día 24,25 y 31, un vestido nuevo, y una cama en la que dormir...
A mí me gusta mucho, tengo una familia con quien compartirla, tendré la mesa llena el día 24,25 y 31, un vestido nuevo, y una cama en la que dormir...
Pero hoy he estado en el centro, y en las calles más iluminadas, en las que más sonaba la música había gente con el único cobijo de la noche, o como mucho, de la luz artificial de un banco...
...que ironía, yo a comprar regalos y un vestido, y ellos, con una manta y un cartón de vino...
Me queda el triste consuelo que yo al menos me acuerdo de esas personas, pero se queda en eso, en el efímero recuerdo. Sin embargo ellos... pasarán otra noche más, con el calor de su manta y el vino, con el frío recuerdo de que un día ellos también tenían una casa y una Feliz Navidad.
Por eso, a ti más que a nadie, te deseo una FELIZ NAVIDAD y un FELIZ AÑO NUEVO, pero como dice Mafalda: nuevo de verdad, en el que el hambre y la pobreza acaben!